Felipe y Lissete Montes de Oca comenzaron a salir cuando eran jóvenes, pero ya tenían prioridades de personas adultas. Aún antes de casarse, la pareja había ahorrado con esmero para comprar una casa, un sueño para estos hijos de inmigrantes cubanos.
Ese sueño se hizo realidad cuando recibieron las llaves de su primera casa, apenas empezaban a compartir su vida juntos. Allí fue cuando Pedro J. Busse, profesional de seguros, les ayudó a obtener un seguro de vida. Pedro puso énfasis en la importancia de cubrir su hipoteca por si le ocurría algo a alguno de ellos.
A medida que Lissete avanzaba en su carrera, Felipe convirtió su amor por la construcción y renovación de viviendas en un negocio rentable. Su sueño era dar un mejor futuro a sus hijos, Felipe Jr. y Lucas. A medida que la familia y los ingresos crecían, Pedro ayudó a la pareja a aumentar su seguro de vida y a conseguir una póliza de atención a largo plazo.
En 2007, sus vidas cambiaron cuando Felipe supo que la fatiga que sentía no se debía al trabajo en exceso, sino que los médicos le diagnosticaron leucemia. Los agresivos tratamientos hicieron que a Felipe le resultara imposible trabajar, pero gracias a su póliza de atención a largo plazo, no tuvieron que utilizar sus ahorros de retiro. Felipe tampoco tuvo que preocuparse por pagar su cobertura de seguro de vida, porque sus pólizas contenían una cláusula de exención de pago en caso de discapacidad. Después de tres años, Felipe finalmente fue vencido por la enfermedad. Tenía 47 años.
Más de 700 personas asistieron al funeral. Su amor por la vida había impactado en muchos miembros de la comunidad. Sin embargo, su familia estaba en el centro de ese amor. El seguro de vida les garantizó el bienestar financiero y permitió que sus hijos pudieran ir a la universidad. “El seguro de vida es algo que se paga, pero que nunca se espera usar” dice Lissete. “Pero aquí estoy y no puedo imaginar vivir sin este apoyo”.