Eran casi las 11 p.m. de una noche en diciembre cuando el boxeador Oscar de la Hoya perdió su pelea contra Manny Pacquiao. La familia Virgen se despedía de sus familiares después de mirar juntos la pelea. Deleitándose aún en el buen ambiente de haber estado en familia y disfrutado de una buena comida, se dirigieron a su casa en Port Hueneme, California. En el trayecto, su camioneta chocó con un conductor que se dio a la fuga. El vehículo se dio vuelta dejando a Nicolas y a su esposa Teresa inmóviles en el interior. Sus hijos Gabriel y Mayra lograron arrastrarse hasta salir del auto y apenas sufrieron heridas. Cuando el equipo de rescate llegó, Teresa ya estaba muerta. Nicolas tenía tres vértebras rotas y múltiples fracturas en los brazos. “Tu vida cambia en un segundo”, dice Nicolas.
Tras haber sido atendidas sus heridas, la familia Virgen intentó reorganizarse. Afortunadamente, Teresa tenía un seguro de vida que los ayudaría en ese proceso. Al comienzo, la pareja no estaba convencida de que Teresa necesitara una póliza propia dado que no trabajaba fuera del hogar. Como contratista de construcción, Nicolas entendía la lógica de contar con un seguro de vida para él. Sin embargo, su agente de seguros Marina Nuño les explicó que si algo le ocurría a Teresa, esto generaría gastos. “Piensen en todas las cosas que hace Teresa”, recuerda Marina que les dijo.
El seguro de vida les permitió pagar sus cuentas mientras Nicolas estuvo sin trabajar durante casi dos años recuperándose de sus lesiones, incluida la amputación de un dedo. También ayudó con los gastos de la universidad de Mayra y de su hermana mayor, Susana. Si no hubiera sido por el seguro, Nicolas está convencido de que su familia habría perdido su casa. “Teresa sigue cuidando y velando por nosotros”, señala.